EQUIPO Somos un equipo de personas comprometidas con acompañar de manera cuidadosa, en constante aprendizaje y formación para mantenernos actualizadas y ofrecer un acompañamiento lo más respetuoso posible.

Me presento, mi nombre es Lorena, soy andaluza y tengo 27 años. Soy psicóloga general sanitaria, neurodivergente (divergente atencionalmente), feminista transincluyente, aliada antirracista, vegana y bisexual. Gran parte de mi personalidad es introvertida y solitaria, por lo que disfruto leyendo, viendo series, descansando y bailando en soledad pero también tengo una parte sociable desde la que conecto con otras personas relacionándome desde mis intereses como son la Psicología y los asuntos de justicia social.

Desde la infancia ha sido difícil encontrar pertenencia y base segura en mis relaciones sociales por lo que aprendí a utilizar una máscara social para integrarme y sobrevivir, la cual me desconectó de mí e hizo que tuviera varias crisis existenciales a lo largo de mi vida. Además, unido a otros eventos traumáticos, desarrollé estrés postraumático, ansiedad y depresión.

 

Es por esta razón que desde siempre me he sentido conectada a las personas atravesadas por el trauma social, creando un puente de vulnerabilidad hacia sus vulnerabilidades, y así decidí estudiar psicología.

 

Durante las prácticas, espacios de supervisión, talleres impartidos y acompañamientos mayoritariamente he visto a personas adultas. Además conectar con otras personas neurodivergentes y/o con mis intereses profundos me ha proporcionado sensación de pertenencia, y que me interese  por acompañar desde un prisma inclusivo y desde la perspectiva de la neurodiversidad para poder detectar posibles neurodivergencias y acompañar desde ahí.

 

He hecho diferentes formaciones básicas sobre género, intervención en ansiedad, abordaje del suicidio, duelo, inteligencia emocional, mindfulness entre otros temas y actualmente estoy especializándome en psicoterapia del trauma, apego y en neurodivergencias.

 

Mi deseo infantil de salvar a las personas «rotas» por la sociedad se ha traducido con el tiempo en un deseo profundo, consciente y maduro de contribuir a que otras personas se autoperciban con compasión, acepten sus particularidades y puedan compartirse, regularse y corregularse en otros espacios seguros.