26 Mar Aceptación corporal.
Ayer por la mañana desperté a gusto con mi cuerpo ? Me miré en el espejo y me dije: joder, con la de años que he pasado («pasado», ja!) odiando y despreciando mi cuerpo, por fin («por fin», como si ese instante pudiera congelarse y ser eterno…) me gusto. Y sonreí y sentí alegría. E, ilusa, de mí, me creí por un instante victoriosa, con una tarea más que podía tachar de mi lista de trabajo personal?
Y entonces llegó la tarde. Y expuse mi cuerpo a muchas miradas. Y lo expuse de nuevo a la peor de ellas, a la que tragué sin cuestionarla ni masticar desde bien chica. A la que comparto con tantas y tantas mujeres.
La que nos susurra que nunca podemos relajarnos lo suficiente ni disfrutar del todo de él. Porque tengo «demasiada» barriga. Porque tengo «muy poco» pecho. Porque a mi culo «le falta» carne. Porque soy «demasiado» blanca. Porque siempre hay algo que mejorar según la moda del momento.
Y por un buen rato me volví a enfurecer y despreciar. Me volví a agredir emocionalmente como hacia años que no.
Y entonces pude darme cuenta. Otra vez había caído en la trampa. En esa que cosen delicadamente los que desean que el cuerpo de las mujeres continúe siendo campo de batalla. En esa que pretende hacernos creer que tal y como somos no merecemos disfrutar de la Vida.
Y entonces pude recordar todo lo que me permite gozar mi cuerpo, más allá de su apariencia externa: el agua refrescando mi piel, las caricias, el sexo, bailar, los abrazos a mi madre, los sobeteos de mis gatis, mis comidas favoritas…????☀️???
Y entonces pude respirar y aflojar. Y entonces pude darme cuenta de que la calma interior, la aceptación corporal y la autoestima no son conquistas, sino caminos que transitar como podamos.
Como podamos, pero siempre, siempre, respirando y disfrutando.
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